El Zen Tiene su origen en una escuela budista de origen Indio con el nombre sanscrito de «Dhyana» que significa pensar o meditar. Progresivamente se extendió por Asia llegando a China con el nombre de «Chan» y a Japón con le nombre de «Zen» debido a la manera de pronunciar en esos idiomas. Desde ahí su nombre y significado; «meditar».
En la actualidad, la filosofía Zen es una corriente que gano bastante popularidad en el mundo occidental, abarcando diversas prácticas y doctrinas.
En sus orígenes el Zen se caracteriza por ser una practica que se transmite de maestro a discípulo y se remonta al despertar de Buda en la India.
Más tarde llego a Japón y desde allí se diversifico a occidente por su relevancia en las artes marciales, las ceremonias de té, el arte floral y los jardines japoneses.
El centro de la filosofía Zen es la meditación. En contraste con otras corrientes budistas, el Zen evita una dedicación a escrituras y textos, ni tampoco contiene rituales o teorías metafísicas, si no en alcanzar el despertar espiritual a través de la meditación. Esta práctica promueve el autodescubrimiento, que nos ayuda a vivir plenamente el momento presenta y lograr alcanzar la tranquilidad.
En el Zen la forma de meditar es sentado en posición de flor de loto. En esta postura las piernas se entrecruzan, se cierran los ojos y la espalda se mantiene recta. A continuación se dejan fluir los pensamientos sin aferrarse a ninguno de ellos, simplemente según aparecen se dejan ir.
Se acompaña con una respiración lenta, suave y profunda que promueve la relajación del cuerpo y la sensación de paz. Tanto la posición como la respiración son fundamentales y se van perfeccionando con el tiempo y la práctica.
Algunos de los principios de la filosofía Zen están orientados a guiar en la búsqueda de la iluminación, entre los principales podemos mencionar.
La experiencia es construida por la mente: Según esta filosofía, las percepciones de nuestra mente son las que crean nuestras experiencias. Por tanto, la forma en que elegimos, enfocamos y exploramos los pensamientos impactan de gran manera en nuestra vida.
El concepto de uno mismo es una ilusión: Usualmente a la pregunta «¿Quién soy?» la respondemos con títulos, roles o trabajos que alimentan nuestro ego y se centran en la manera en que los demás nos ven.
Desde esta filosofía, es importante dominar la idea de uno mismo sin dejar que los aspectos que mencionamos influyan en quién eres. El ser es algo que no puede definirse y delimitarse de forma precisa; pues se trata de una esencia en constante cambio y movimiento permanente.
El ultimo camino hacia la felicidad es el desapego: Soltar lleva a la tranquilidad. El Zen busca lo simple, tanto en las pertenencias como en las preocupaciones de la vida. Desapegarse no solo implica desprenderse, sino más bien ser consciente de que todo en la vida tiene un sentido y una utilidad. implica la comprensión de que las cosas «malas» que nos suceden, nos enseñan y nos muestran como sanar, para poder abrirnos aún más a las cosas buenas.
«Hacer» no es tan importante como simplemente «Ser»: En el Zen es muy importante la capacidad de no hacer nada. Sentarse y tranquilizar la mente, para de este modo conectar con uno mismo y con la vida. La práctica de la meditación te permite centrarte en quién eres en lugar de en lo que haces.
Te permite ser observador objetivo de tu mente y tu vida. Ver tus pensamiento y decidir cuales valoras. Aprender que no eres tus pensamiento y sentimientos sino el ser que los experimenta y decide cuáles valorar.