Cuando hablamos de terapia psicológica, lo tradicional es pensar en un espacio en donde mediante la conversación con un terapeuta especialista, trabajamos y resolvemos las dificultades que nos llevaron en primer lugar a terapia. Si bien el proceso puede parecer similar entre un terapeuta y otro, la diferencia fundamental radica en el modelo terapéutico al cual se acoge ese terapeuta para enfocar el tratamiento.
Existen diferentes modelos terapéuticos y cada uno tiene una comprensión distinta de los problemas lo que lleva a utilizar distintas herramientas para resolverlos. En sus orígenes la psicología clínica emergía con Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, que partía del supuesto de que gran parte de nuestra conducta estaba orientada por fuerzas inconscientes y ser consciente de ellas nos ayudaría a manejar nuestros impulsos.
En oposición emergió con el tiempo el modelo clínico conductual, que se basaba en los principios del aprendizaje y el condicionamiento para comprender el origen de los síntomas, y mediante procesos estructurados de reaprendizaje modificar el comportamiento de los pacientes y así curarlos.
Poco después se integró un nuevo elemento al tratamiento, el componente cognitivo. La comprensión de que los procesos cognitivos podían ser causa del comportamiento, llevo a grandes avances en los tratamientos, creándose así la terapia cognitivo-conductual, la cual mediante técnicas conductuales acompañadas de técnicas de restructuración cognitiva, resultaban mucho más efectivas en el tratamiento de algunas dificultades y trastornos.
Recientemente, emergió lo que algunos denominan la tercera generación de terapias o terapias contextuales, las que se caracterizan por una visión integrada de la interrelación entre la conducta, el pensamiento (o cognición) y el contexto (o variables relacionales). Dentro de este grupo se encuentra la Terapia Conductual Dialéctica (o DBT), el cual parte de principios como la aceptación y una comprensión holística de la realidad del paciente, lo cual se refleja en un tratamiento integrado de terapia individual, entrenamiento en habilidades, mediante terapia grupal, y el trabajo codo a codo con un equipo profesional integrado por profesionales de diferentes áreas.
Las terapias contextuales o de tercera generación, han provocado un fuerte impulso en la investigación clínica, múltiples estudios reflejan la efectividad de este modelo de tratamiento, demostrando que frente a otras alternativas tiene mejores resultados y más duraderos en el tiempo.
Además, algunos modelos han demostrado ser particularmente efectivos para trastornos específicos. Como en el caso de la DBT, se ha presentado como el tratamiento estrella para el trastorno límite de personalidad, mostrando excelentes resultados también en el tratamiento de adicciones y trastorno por estrés post-traumático, entre otros.
En ocasiones se acude a terapia y se tiene la sensación de que algo no encaja, de que las cosas no avanzan o van por un camino que no le hace sentido al paciente. En esos casos, plantear las inquietudes al terapeuta o buscar un tratamiento desde otro modelo terapéutico es la mejor opción.